¿Cambias tu trabajo a los 40?

¿Qué pasa a los 40?

Desde las corrientes de la psicología se marca una etapa de crisis cuando se llega a los 40 años de edad. En este sentido, es una etapa de la edad madura en la que todos nos replanteamos cómo seguir. ¿Cambiar de trabajo a los 40? ¿Cambios de casa? Son algunos de los planteos que surgen en hombres y mujeres.

En este momento se ha alcanzado la solidez profesional, la estabilidad familiar y hasta económica. Pero a pesar de ello, pueden surgir necesidades de cambios radicales. Un ejemplo de ello es el cambio de trabajo, si es que no se encuentra la debida realización personal. Inclusive, es la etapa en la que ocurren muchos divorcios. Es un momento de replanteo y crisis personal importante.

A veces se encuentra el apoyo de la pareja para recomenzar, o introducir los cambios que marcarán nuestra realizar en la próxima etapa de la vida. Las posibilidades concretas de virar el timón de la vida las frenan los temores. La inseguridad respecto del futuro es lo que detiene el impulso.

¿Éxito a los 40?

Las posibilidades de tener éxito en un nuevo camino de la vida a los 40 años es la primera pregunta. Un cambio tan drástico de profesión, de país o de vivienda, producen un verdadero movimiento de emociones internas propias. También tienen un impacto trascendental en la vida de familia.

Otra de las cuestiones a definir con precisión es qué se considera “éxito”. Es decir, qué nos hace felices. Esta es una percepción personal, que tiene que ver con la satisfacción que cada cual tiene con sí mismo.

Los tiempos de madurez de cada persona son diferentes. Inclusive, el impacto de las vicisitudes de la vida, desde la infancia tienen su incidencia. Las frustraciones, las necesidades económicas, etc.

Tips para empezar de nuevo a los 40

En primer lugar, corresponde establecer, en cada uno de los aspectos de la vida, cuál es el objetivo. A dónde queremos llegar. Una buena proyección sería en el próximo quinquenio:

  • Lugar geográfico de establecimiento
  • Tipo de vivienda
  • Tipo de trabajo
  • Potencial empleador
  • Aceptación de viajes para trabajar
  • Modos de compartir la vida familiar
  • Tiempos de ocio
  • Rutinas habituales

Una vez definidas las metas. Manos a la obra. Se puede comenzar con los cambios que sean posibles. Ello en función de la realidad económica y familiar del momento. El comienzo de este proceso debe contemplar la evaluación de los talentos que se poseen al momento de iniciar el cambio. Para ello es importante determinar qué es lo que nos apasiona en el trabajo. Este proceso de descubrimiento debe ir acompañado de una buena cuota de realidad.

Un método para cambiar de trabajo a los 40

En la concepción japonesa se habla de identificar el IKIGAI, que está determinado por:

1.- Aquello que amas:

Como determinante de la visión y la misión

2.- Aquello necesario para el mundo:

Estará influenciado por la misión y la vocación

3.- Aquello en lo eres realmente bueno:

Se da como una congruencia entre lo que te apasiona y el ejercicio de la profesión

4.- Aquello posible de pagar:

Es una amalgama entre la profesión y la vocación

En los cruces de estos caminos, se encontrarán diversos tipos de emociones. Por ejemplo:

1.- Sensación de goce y realización personal, pero sin el logro de una adecuada compensación económica

2.- Momentos de ciertos grados de satisfacción, pero con sensaciones de inutilidad.

3.- La incertidumbre se apropia de las sensaciones de complacencia y el entusiasmo.

4.- Momentos de confort en los que se presenta un vacío.

Finalmente, en la zona deseada se deben consensuar los siguientes aspectos:

  • Dominio del emprendimiento que se quiere iniciar
  • Excelencia y fluidez natural
  • Debe ser algo de agrado, que nos guste
  • La percepción de valor agregado por el mundo exterior

Alternativas de cambio…

Planteadas estas cuestiones, habrá que decidir que magnitud de cambios se implementarán. Quizás implica cambio de trabajo y de rubro, quizás no.  Algunas de las posibilidades que se enfrentan son las siguientes:

1.- Igual puesto, otro lugar:

Lo que se elige es cambiar de lugar de trabajo. Es decir, el cambio de empleador. En este caso, la persona está convencida de que le gustan las tareas que realiza. Pero, necesita cambiar el lugar en el que se desarrolla. Es decir, por cualquier razón no se siente identificado o cohesionado con los objetivos organizacionales en que se desempeña.

2.- Otro puesto, misma organización:

En este caso se produce un cambio del lugar en el que se desarrolla la profesión, pero dentro de la misma empresa. Quizás existe algún tipo de conflicto de grupo en el que no se encaja. O en el que no se encuentra conforme con el dinamismo del sector. Por ello, es necesario promover nuevas oportunidades, pero en otras secciones de la misma organización.

3.- Otro puesto, otra empresa:

En este caso la disconformidad es general. Por lo que se debe efectuar un cambio radical. Se deja la organización y el tipo de trabajo que se realiza. Implica una reingeniería total.

4.- Dejar de lado el trabajo dependiente:

En estos casos se quiere dejar de ser empleado. Se promueven acciones para la creación de emprendimientos propios. Se pone en marcha toda la creatividad.

En definitiva, se buscará lo que más nos apasione y permita obtener un rédito económico que nos satisfaga.